
Los sistemas más raros de medición
coexistían hasta la
Revolución Francesa , allá por el año 1789. En esta época de
tumulto y grandes cambios, los franceses, enardecidos por su afán de cambiar y
ordenar el mundo, decidieron que tenían que fundar un sistema de mediciones
racional y único que fuera superior a todos los demás. Mientras los políticos
se dedicaban a mandar a sus enemigos a la guillotina, la Asamblea Nacional
(francesa) le encomendó en 1790
a la
Academia de Ciencias que creara este nuevo sistema.
El nuevo sistema tenía que:
Estar basado en cosas que
permanecieran estables en la
Naturaleza. No , por ejemplo, el largo de un pie, porque como
bien se sabe el largo de los pies, como el de las narices, varía de persona en
persona.
Estar basado en pocas formas de
medir que se conectaran unas con otras de manera lógica. Por ejemplo, una vez
definido el centímetro, se define al litro como el volumen de algo que entra en
un cubo de 10 cm
de lado, y se define el kilogramo como el peso de un litro de agua.

¡¡De allí nace el metro!!
Después de mucho pensar, los
científicos de la época se pusieron de acuerdo en que la unidad de medición
debería tener que ver con el planeta Tierra. Y alguien propuso: ¿por qué no
hacemos que la unidad de longitud sea la diez millonésima parte de un cuarto de
meridiano terrestre?
¿Cómo?
-Obvio, Monsieur- respondió otro científico. -Un meridiano terrestre es la
distancia que va desde el Polo Norte al Polo Sur y vuelta al Polo Norte, es
decir, una vuelta completa al planeta pasando por ambos Polos. Seguro, como que
me gusta el queso Roquefort, que esa distancia, mes amis, NO va cambiar nunca-. O sea que es una cantidad estable
de la Naturaleza ,
¿o no? -Sí, pero ¿quién la mide? – contestaron horrorizados.
Sin necesidad de reproducir todo
el diálogo de la Academia
de Ciencias, baste decir que se le encomendó a un grupo de aventureros que
fueran a medir, no todo un meridiano, que es muy largo, sino un cuarto de
meridiano, que igual es bastante. Estos medidores midieron la distancia de la
ciudad de Dunkirk, Francia, hasta la de Barcelona, España. A partir de esa
medición y mediante observaciones astronómicas se pudo calcular el largo del
cuarto de meridiano terrestre. A ese número se le dividió por diez millones. El
largo que resultó de esa cuenta se usó para fabricar una barra de platino.


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