jueves, 4 de diciembre de 2014

HISTORIA DE LA MEDICIÓN

Hace algunos siglos, medir resultaba algo muy complicado. Como decíamos, medir es simplemente comparar, y cada persona, cada pueblo, cada país comparaba las cosas con lo que más se le antojaba. Por ejemplo, usaban la medida mano para medir distancias, y aún hoy mucha gente, cuando no tiene una regla o una cinta métrica, mide la mesa con la mano o el largo del cuarto con pasos. El problema con esto es obvio: los pies de Eduberto son más largo que los de Magdalena, y los míos más cortos que los de mi tío.
Los sistemas más raros de medición coexistían hasta la Revolución Francesa, allá por el año 1789. En esta época de tumulto y grandes cambios, los franceses, enardecidos por su afán de cambiar y ordenar el mundo, decidieron que tenían que fundar un sistema de mediciones racional y único que fuera superior a todos los demás. Mientras los políticos se dedicaban a mandar a sus enemigos a la guillotina, la Asamblea Nacional (francesa) le encomendó en 1790 a la Academia de Ciencias que creara este nuevo sistema.
El nuevo sistema tenía que:
Estar basado en cosas que permanecieran estables en la Naturaleza. No, por ejemplo, el largo de un pie, porque como bien se sabe el largo de los pies, como el de las narices, varía de persona en persona.
Estar basado en pocas formas de medir que se conectaran unas con otras de manera lógica. Por ejemplo, una vez definido el centímetro, se define al litro como el volumen de algo que entra en un cubo de 10 cm de lado, y se define el kilogramo como el peso de un litro de agua.
Debía ser un sistema decimal, es decir, donde los múltiplos de las unidades variaran de 10 en 10. Así, un decámetro es igual a 10 metros, un hectómetro es igual a 10 decámetros, y así sucesivamente.
¡¡De allí nace el metro!!
Después de mucho pensar, los científicos de la época se pusieron de acuerdo en que la unidad de medición debería tener que ver con el planeta Tierra. Y alguien propuso: ¿por qué no hacemos que la unidad de longitud sea la diez millonésima parte de un cuarto de meridiano terrestre?
¿Cómo?
-Obvio, Monsieur- respondió otro científico. -Un meridiano terrestre es la distancia que va desde el Polo Norte al Polo Sur y vuelta al Polo Norte, es decir, una vuelta completa al planeta pasando por ambos Polos. Seguro, como que me gusta el queso Roquefort, que esa distancia, mes amis, NO va cambiar nunca-. O sea que es una cantidad estable de la Naturaleza, ¿o no? -Sí, pero ¿quién la mide? – contestaron horrorizados.
-¡Ah, no sé!, no sé, ahí les toca pensar a ustedes… -
Sin necesidad de reproducir todo el diálogo de la Academia de Ciencias, baste decir que se le encomendó a un grupo de aventureros que fueran a medir, no todo un meridiano, que es muy largo, sino un cuarto de meridiano, que igual es bastante. Estos medidores midieron la distancia de la ciudad de Dunkirk, Francia, hasta la de Barcelona, España. A partir de esa medición y mediante observaciones astronómicas se pudo calcular el largo del cuarto de meridiano terrestre. A ese número se le dividió por diez millones. El largo que resultó de esa cuenta se usó para fabricar una barra de platino.
Dijeron: “Esta barra de platino es ahora nuestra unidad de medida a la que bautizamos con el nombre de metro”.

Entonces, hicieron varias copias y guardaron el metro patrón en una bóveda de seguridad, protegida de la herrumbre, el frío, el calor y los ladrones. También decidieron que el kilogramo sería, por definición, el peso del agua que cabe en un cubo de un décimo de metro de lado (es decir, 10 centímetros). También construyeron una pesa patrón de exactamente un kilogramo y la guardaron celosamente junto con el metro. A partir de ese momento, todas las mediciones fueron comparaciones con esa barra y esa pesa de platino que siguen allí resguardadas. 






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